Hay diás y domingos. Uno fue muy particular. Olor a húmedo y un cielo gris; la escena natural parecía armar la típica novela brasilera de las 3 de la tarde.
Un cenicero en un rincón decía mucho de la noche anterior. También había dibujos en una pared (de esos que parecen imborrables) hechos con crayones rojos y amarillos.
La resaca no era algo que importe entre tanta cosa por la cual preocuparse. Sin ojear la billetera me meto directo en los mensajes de texto y entendí todo lo que tenia que entender.
Hacia años que no encontraba una respuesta a tanta obesesión: ese domingo la conocí.
La vida nos pone a prueba todo el tiempo, y estamos definidos únicamente por lo que fuimos en el pasado. Gracias a vos, mi personalidad es bastante distinta a cualquiera. Gracias a vos, paso lo que paso en mis cortos 18 años.
Y digo: ya fue, ya entendí, quiero estar bien. Y me lo prometo y me lo cumplo. Y quiero seguir feliz.
Un domingo diferente, sin aires de domingo. Un mensaje, una historia. Una promesa, un rato de filosofia barata.
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